lunes, 29 de octubre de 2012

Muy Muscari


El prolífero autor teatral que hoy dirige Tres Mitades, escribe su nueva obra Póstumos, gira con Ocho Mujeres y graba su nuevo programa de cable, reflexiona sobre su irrupción en los medios de comunicación masivos y su construcción diaria como creador.

Txt. Mijal Iastrebner - @mijebner | Ph. Ezequiel Sambresqui


José María Muscari tiene 35 años y lleva 17 como director. Su estilo teatral penetró a distintos tipos de públicos, logró traspasar del mundo independiente al comercial y del comercial a la popularidad de la televisión sin perder ni la identidad ni el rumbo. “Siento que al principio mi poética era tomada rara, no se entendía. Con el tiempo eso se fue naturalizando y me fui dando cuenta qué quería con eso. Contrariamente a toda la valorización negativa que tiene la palabra ‘mediático’, creo que tengo la capacidad (porque me esfuerzo en eso) de poetizar lo mediático y lo inmediato. Lo mediático es burdo y yo tengo la capacidad de poder poetizar sobre lo burdo”, explica el dramaturgo.

A pesar de su larga trayectoria en las tablas, desembarcó en la televisión hace solo tres años con su participación en Show Match. El director asegura que esta “mediatización” llegó a partir de una construcción muy paulatina: “No sé si yo hubiera podido manejar todo lo que me pasa de la misma ma-nera hace ocho años atrás. Empecé a hacer teatro desde muy chico y entre los 18 y los 32 años, que son un montón de años, estuve de alguna manera reafirmando quién era, probándome, entrando y saliendo del circuito under y coqueteando con los medios para comunicar mi obra”. 

“No soy un creador, como mucha de la gente que pasa por la tele, al que le iba mal en el teatro y que por eso buscaba la televisión para ver si podía lograr que el público se interese. La verdad es que yo había hecho éxitos antes de aparecer en la tele, comerciales incluso, como En La Cama. Tenía un lugar muy ganado dentro del under”, aclara Muscari y reconoce que el medio lo utilizó y lo utiliza como él también lo hace para sus fines: “No me tomo nada muy en serio y no creo que la vida pase por el reconocimiento o lo que trae aparejado estar en la televisión”.

Este atípico ida y vuelta del teatro under al programa de televisión más po-pular del país, tiene cierto sentido si se observan sus creaciones: “Mis obras son como una cebolla que tiene diferentes capas en las que uno, como espectador, tiene tres posibilidades de entrar. Una capa que podría ser como la más superficial, en la que te podes enganchar por la cáscara como del make up. El make up en este caso podría ser lo mediático, Moria que hace una ironía con una bata y Paraguay en Tres Mitades. Esa especie de distanciamiento que hay entre los personajes y los actores siempre está en mis obras y siempre permite que el público más llano se pueda enganchar por ahí o por el humor. Después hay una epidermis un poco más abajo que es la capa B que tiene que ver con mi estética, que podríamos decir que es la elección musical, la impronta de los artistas con los que trabajo, la escenografía de Ferrari, el vestuario de Bataglia, la luz de Gonzalo Córdoba, la coreo, la forma en que está comunicada, la utilización de la puesta, lo cacofónico del texto, cómo suena, cómo está construido, el entrar y salir, que ellos actúen y corten para hablarle al público y vuelvan a actuar. Y después, hay una capa C a la que algunos espectadores (los ideales para mi gusto) llegan y otros espectadores no, que podríamos decir que es la conceptualidad, lo que genera silencio, que en algunos es porque no hay chiste y en otro porque genera hueco de profundidad y reflexión”.

La estructura y este estilo narrativo, que le permiten dirigirse a espectadores muy heterogéneos en simultáneo, son lo que él considera su hallazgo, su construcción y el resultado del trabajo de armar obras en las que esas capas no fueran peyorativas para con las otras: “Siento que si alguien solamente puede llegar a la capa A (que sería el make up) la pasa bien, el que llega a la capa B también la pasa bien y el que puede llegar a la capa C logra pasar por los tres estadíos”. 












El estilo muscariesco tiene tanta identidad propia que también podrá verse plasmado en su nuevo programa de televisión, tan perfectamente llamado Muy Muscari. El ciclo televisivo que se emitirá por Ciudad Abierta consistirá en una serie de entrevistas a dos personas a la vez que representan los extremos de una temática. “Hoy entrevisté a Karina la princesita, la cumbiera, y a Esmeralda Mitre. El tema obviamente es la clase social. La semana que viene son Vivi Tellas con Amalia Granata. El tema es la privacidad. El otro es Marta Minujin con Adriana Brodsky en el que el tema es la imagen”, revela entusiasmado.

Para el artista, los espectadores que veían sus obras solían imaginarlo erróneamente como un hombre de excesos “más parecido a Fernando Peña, como del mundo del reviente” y la televisión colaboró con esa desmitificación: “La verdad es que pongo tanto de mí en la obra que después en la vida ando más livianito, quedo más Heidi, queda mi parte más Susanita libre, la otra ya la exorcicé toda. Obvio que el que hace besar a una madre con una hija soy yo, el que arma este triángulo de Tres Mitades soy yo, que la mujer que meaba en un tacho en el escenario en Chatch fui yo, que Shangai con la escena de sexo sadomasoquista era yo. Todo eso fui yo pero lo pongo en la obra de teatro y, después en la vida, no me queda mucho porque ya lo agoté ahí”. La realidad es que todos sus trabajos, tanto arriba como abajo del escenario, son por elección y con la noción de un horizonte: “Hago obras para preguntarme y res-ponderme cosas, para dejar vestigios en mi, para modificarme como persona, para ver si puedo ser un mejor hombre, si me puedo parecer cada vez más a ese carbónico borroneado que siento que soy de esa aspiración a lo que me quiero construir”.


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